Recorrido vegano por el país galo

Un «Tour de France» personal – al estilo vegano

Por David Román, agosto de 2001 

 

Nos gusta viajar. Hacía algún tiempo que no habíamos salido de viaje – desde nuestra memorable visita a Tailandia con ocasión del Congreso Mundial Vegetariano de 1999. Este año, coincidiendo con una celebración familiar que tendría lugar a mediados de mayo, decidimos organizar un pequeño “tour de France” en el que podríamos conocer algunos rincones del país galo y visitar establecimientos vegetarianos donde poder encontrar buena comida y una acogida amistosa.

Mi mujer, Estrella, a pesar de haber nacido en España, vivió durante su infancia y juventud en la ciudad de Besançon y alrededores – de hecho uno de sus hermanos todavía reside allí y éste era el destino final de nuestra visita. Su dominio del idioma francés es sin duda una gran ventaja a la hora de viajar por el país. Nuestra principal duda era saber si nuestro pequeño bebé Leo podría soportar tantos días de desplazamientos en coche. Durante el período del embarazo y su primer año de vida, no habíamos realizado ningún viaje, y de hecho era ahora, con 13 meses de edad, su primera gran salida.

Siendo veganos desde hace varios años, el hecho de viajar siempre representa un desafío. No sólo por las diferencias de costumbre del país extranjero, sino por la imposibilidad de comer en la mayor parte de los lugares públicos. Por suerte, en Francia no es difícil encontrar ensaladerías o restaurantes con una amplia oferta de ensaladas, aunque no sean exclusivamente vegetarianos, con lo cual más o menos se puede comer añadiendo algún extra en el menú diario. El resto del día lo completábamos comprando frutas, verduras, pan y otros alimentos, muchos de ellos de cultivo biológico – en Francia es relativamente sencillo adquirir productos bio, es algo que está bastante extendido.

Llegando desde España, nuestra primera etapa tenía como destino Lavaldieu, una agradable casa de campo situada en un apartado rincón en la región del Languedoc, al interior del departamento de Aude (11). Rodeada de bosques y campos, es una amplia casa que acoge actividades de grupo, estancias de yoga, etc., con posibilidad de acampar y ocupar dormitorios. Patricia Cooper es una excelente cocinera con 20 años de experiencia en cocina vegetariana, ¡¡ y esto se nota !! Nos deleitó con una sabrosa cena, compuesta por una ensalada verde con tofu, un «roti de noisettes et legumes» y un postre de «poires». Después de visitar la zona, seguimos nuestro camino realizando una rápida visita a la ciudad de Carcassone, con su impresionante ciudadela amurallada. Nos sorprendió descubrir la historia local, muy ligada a los cátaros – una secta cristiana que curiosamente practicaba el vegetarianismo en la época medieval.

Desde allí nos dirigimos a nuestro siguiente destino, en el departamento de Lozère (48), enclavado en pleno parque nacional de las Cévennes. “Le Rabies” es una pintoresca aldea rehabilitada por René y Elvira, situada en un apartado lugar a 900 metros de altitud. La belleza del lugar, la pureza del aire y de las aguas, son inspiradoras, y nos fascinó su respeto por el estilo arquitectónico autóctono (empleando la roca de pizarra local), con unas pequeñas viviendas sorprendentemente confortables en estilo rústico. Fue una gran satisfacción compartir con ellos la mesa y sus ideas respecto a su ideología vegana. De hecho es uno de los pocos sitios en Francia donde se ofrece comida exclusivamente vegana. Pudimos saborear un primer día su ensalada de hierbas salvajes, sopa de habas tiernas, pasta con salsa de tomate y tofu a la plancha, y de postre crema de cacao con potimarron y naranja. En una segunda ocasión, otra ensalada verde, sopa de puerros, polenta con lentejas, y de postre crumble de manzana.

Más tarde nos dirigimos directamente hacia Besançon, lugar donde pudimos descansar durante algunos días con nuestra familia, aprovechando también para realizar algunas compras.

Algunos días después emprendíamos de nuevo nuestro camino dirigiéndonos hacia el sur, esta vez hacia el departamento de Drôme (26). En un diminuto pueblo de montaña, al que se llega recorriendo unas zonas de paisajes preciosos, se encuentra el Hotel Prasada, un establecimiento atípico con un restaurante sólo vegetariano que tiene el privilegio de ser el primer establecimiento del país en esta categoría (más de 20 años de existencia) con una tendencia a la macrobiótica. Nuestra cena allí estuvo compuesta por una ensalada verde y un plato formado por una galette vegana con ratatouille y bulgur.

Rápidamente continuamos nuestra ruta hacia el departamento de Altos Alpes de Provenza (04), para visitar “Le Claus”, sede de la asociación Vitaverde.

Se trata de una magnífica casa del siglo XVII convertida en un centro de eco-turismo con alimentación vegetariana, así como lugar de encuentro para las actividades educativas y divulgativas del Instituto Vitaverde. La calurosa acogida de los anfitriones – Patricia, Mike y Claude – nos hizo sentir como en casa. Claude Pasquini ocupa el cargo de delegado para Europa de la IVU, y tuvimos la ocasión de conocerle junto a Mike durante nuestra estancia en el congreso tailandés. Nuestros amigos habían organizado dentro de las actividades del Instituto una conferencia pública que impartió Estrella, sobre nuestra experiencia personal con el higienismo y el veganismo. Juntos pudimos también realizar un interesante recorrido por los escenarios naturales y los pueblos históricos de la zona. En un pueblo vecino, unos familiares suyos regentan un pizzería en cuyo menú se contemplan diversas opciones vegetarianas y veganas – algo poco habitual – , lo cual nos permitió comer bien en un descanso de nuestra visita turística.

Nuestra siguiente etapa en el itinerario previsto era una visita a la Provenza, una afamada región que desde luego no deja indiferente a nadie que la visite. Aunque todavía era demasiado pronto para poder contemplar los famosos campos de lavanda cubiertos de flores, la seducción de los paisajes y de los pueblos que se encuentran por cualquier parte convierten el viaje en un continuo descubrimiento de rincones encantadores. Como lugar de destino elegimos Arles, en el departamento Bouches du Rhône (13), una ciudad con mucha historia y con un ambiente muy acogedor. Allí existía un hotel-restaurante vegetariano (Le Molière) que lamentablemente ya desapareció, con lo cual tuvimos que seleccionar otro hotel de entre los muchos que hay. Escogimos el pintoresco Le Calendal, que por un poco más de dinero presenta las ventajas de estar muy bien situado junto al Anfiteatro y además ser muy acogedor, estar muy bien decorado y poseer un jardín interior encantador. Por lo visto en Arles existe una tienda de alimentación natural que sirve comidas vegetarianas, pero como llegamos para el fin de semana, estaba cerrada. De modo que tuvimos que acudir a un restaurante poco convencional del que teníamos referencias, llamado Vitamine, en el cual se sirven diversos platos vegetarianos y fuimos atendidos muy amistosamente.

Con esto nuestro viaje se acercaba a su fin. Emprendimos ya el regreso hacia nuestro país, haciendo una última escala en una casa rural vegetariana llamada La Gineste, situada en el departamento de Aude (11). En esta ocasión, se trata de una casa poco acondicionada, pensada más bien para albergar grupos, estilo campamento de verano, aunque por otro lado su precio económico está en consonancia con las instalaciones.

Al día siguiente, sólo nos separaba una última agotadora jornada con numerosos kilómetros, en un caluroso día primaveral casi más propio del verano… algo bastante habitual en nuestras regiones mediterráneas. El regreso al hogar, cargados de recuerdos del viaje – y aromas de lavanda en forma de souvenirs –. De vuelta a la rutina cotidiana, y por fin nuestro bebé podrá volverse a normalizar, porque una cosa está clara… viajar es duro para los bebés pequeños.

¿Cuál será nuestra próxima escapada? Quién sabe… posiblemente el próximo Congreso Mundial Vegetariano, que nos permitiría conocer otro precioso país – al estilo vegano.

¡¡Nos vemos allí !!

David Román
Agosto de 2001